Mtra. Alicia de los Ríos

Facultad de Filosofía y Letras

Quienes nacemos y vivimos en la cultura occidental, celebramos un calendario anual con diferentes conmemoraciones de las cuales en su mayoría desconocemos su origen y el significado. Pese a ello, esas fechas determinan nuestras agendas colectivas a través de prácticas religiosas como la Navidad y la semana santa. Otras ocasiones, celebramos fiestas como el 14 de febrero, conocido como el día de los enamorados o del amor y amistad.

Pero, ¿qué sucedió ese día para conmemorar el amor? La fecha quedó inscrita en el calendario católico desde el siglo V, para recordar la vida y muerte de un sacerdote llamado Valentín, quien aproximadamente doscientos años antes, se opuso a las órdenes del emperador romano Claudio II, quien prohibió los matrimonios con el fin de que los hombres jóvenes dedicaran su vida al ejército. Valentín continuó celebrando la unión de novios hasta que fue descubierto y sentenciado a la pena de muerte un 14 de febrero. Después de casi dos siglos, fue considerado un mártir y su nombre inscrito entre cientos de onomásticos celebrados cada día del año.

El amor es una idea cultural y social que se transforma de acuerdo a la época y lugar en que se experimenta. La edad en la que puedes casarte, ser novia o con quien, son aspectos que se han transformado a lo largo de la historia. En un pasado no tan remoto, la mayoría de las personas no elegían con quien casarse, sino los padres o tutores, por cuestiones económicas y de linaje. Muchos matrimonios eran celebrados por acuerdo o interés, pero no por amor. Ello fue materia para que los clásicos de la literatura recrearan dramáticas historias de desamor que hoy nos parecen tan imposibles.

Es que hoy por whatsapp, Instagram o Facebook podemos decir a alguien al instante que la queremos o nos gusta, mientras en siglos o décadas anteriores se escribían cartas a mano enviadas por correo y se esperaban días, semanas e incluso meses a que llegara la persona amada las leyera. Fue así que inició la celebración del día de san Valentín en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, enviando tarjetas por correo por motivo del día del amor y la amistad.

En la segunda mitad del siglo XX la celebración adquirió mayor fuerza. Entonces y hasta la fecha, es un día en que las personas gastan significativamente en servicios y productos para celebrar con parejas y amistades, obedeciendo a campañas promocionales sobre lo que está de moda. Este año, el día de los corazones no será igual que otros. Casi cumplimos el primer aniversario de que la pandemia del COVID 19 detuvo y modificó al mundo. Pese a que nos resistimos a las transformaciones y pensarnos en vías de nuevas formas de convivencia colectiva, hemos aprendido con mucha nostalgia que las muestras de afecto no pueden ser iguales. Los abrazos y besos se han detenido en el tiempo.

No solo la pandemia ha modificado las ideas del amor. También hace un año se produjeron las mayores marchas feministas en nuestro país, incluyendo nuestra ciudad. Las jóvenes feministas hoy cuestionan las ideas de amor relacionadas con las campañas mercadológicas en que se codifican a mujeres y niñas. Condenan la violencia de género y los crímenes anunciados como pasionales, advirtiendo que el amor no duele, mucho menos mata.

Como reto frente a la historia y la naturaleza, invito a celebrar el amor y la amistad de manera ética, continuando con los protocolos de distancia social y evitando aglomeraciones. Ante la crisis económica, reflexionemos antes de gastar en objetos superfluos. No acosemos a quienes no nos quieren. Inventemos otras formas de amar y querer sostenibles, inclusivas, con perspectiva de género y de derechos humanos. Seamos responsables, justos y felices.