Eduardo es un joven estudiante, jugador de las Águilas de la UACH desde los ocho años de edad, cursa su carrera en la Universidad Autónoma de Chihuahua, y en los últimos meses se ha dedicado al aprendizaje del Chino Mandarín para potencializar su vida como empresario.

“Estudio la Licenciatura en Relaciones Internacionales y estoy haciendo mi servicio social en el Instituto Confucio”, inicia el joven, cuyo nombre completo es Obbed Eduardo González Chaidez.

Eduardo cuenta con dominio de la lengua extranjera bastante avanzado, fue becado hasta la tercera ocasión en que aplicó, con un año completo en Beijing, la capital China. Una vez allá, fundó las bases para lo que hoy le representa una oportunidad de desempeño profesional y comercial acorde a los mercados actuales.

“Parte de lo que yo hice cuando estaba en China fue, además de las relaciones que logré hacer, conocer a un amigo que trabajaba en la embajada de Paraguay, él es chino. Una vez que yo regresé, me planteó la idea de empezar un negocio. Elaboramos un estudio de mercado y lo que traemos ya como importación son productos ferreteros, pero nosotros ya lo hicimos con nuestra marca. Es la facilidad de una fábrica en China, que ellos te van a hacer lo que tú quieras, van a hacer tu marca, tus diseños, lo que necesites”.

No conforme con el enorme potencial que este negocio representa, Eduardo y sus compañeros fueron más lejos: “Eso es por parte de la importación, y por la de exportación estamos haciendo la función de brokers. Es decir, conseguimos productos aquí en México que los necesitan en China, por ejemplo, cerdo. China tiene ahorita un déficit de carne de cerdo muy fuerte porque les pegó la fiebre porcina el año pasado, entonces se deshicieron del 80, 90 por ciento de los cerdos que tenían. De ahí es de donde se saca la ganancia”.

Eduardo tiene muy claro a dónde se dirige desde mucho antes de empezar a estudiar, y todo ha sido una cuidadosa preparación para este momento.

“Cuando yo empecé la carrera también comencé a estudiar en el Instituto Confucio. ¿Por qué Chino? Por el tamaño de la economía y de influencias que tiene el país en estos momentos y que todavía va a crecer más”.

Gracias a los resultados positivos, y a su preparación previa antes del viaje, hoy su dirección hacia el futuro como empresario se encuentra firme.

“Fui sin expectativas. No esperaba lo mismo que aquí, entonces eso me ayudó. Mi experiencia en el Confucio fue muy importante. El hecho de que haya maestros chinos aquí, que puedas convivir con ellos. Que te enseñen clases de cocina y todo eso, definitivamente contribuye”.