El Dolor Muscular Tardío: Qué es y Cómo se Produce.

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  • Octubre 20, 2017
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Ricardo Ortíz Gómez, Ramón Candia Luján, Raúl Josué Nájera Longoria y Roberto Gutiérrez Martínez
Facultad De Ciencias De La Cultura Física/Universidad Autónoma De Chihuahua

En algunos países de habla hispana se le conoce como “agujetas”, en países anglosajones como DOMS (por sus siglas en inglés, Delayed Onset Muscle Soreness) y en otros simples y sencillamente como “dolor muscular tardío” (DMT). Es el dolor que se siente regularmente ocho horas después de haber realizado un ejercicio desacostumbrado, sin embargo, su mayor intensidad se presenta entre 24 y 48 horas y puede durar entre siete y diez días. No importa que la persona recién inicie con la práctica de actividad física o sea un atleta de élite, joven o adulto, hombre o mujer, el dolor muscular tardío lo puede sentir cualquiera.

¿Qué es el dolor muscular tardío y cómo se produce?

Cuando se realiza ejercicio físico severo se pueden presentar dos tipos de dolor: el primero (agudo) se siente durante o inmediatamente después de la sesión de ejercicio y puede persistir varias horas. Las causas del dolor agudo han sido atribuidas a una disminución del riego sanguíneo en el músculo y a la acumulación de productos metabólicos.1

En segundo lugar tenemos el dolor muscular tardío (DMT), dolor localizado que presenta su pico de intensidad entre 24 y 48 horas después de haber realizado un ejercicio al que no se está́ acostumbrado reglarmente.2 Las causas de este fenómeno aún no se conocen con exactitud, sin embargo existen diversas teorías que tratan de explicarlas.3

De acuerdo con Cheung et al.,4 existen varias teorías que tratan de explicar el mecanismo del DMT, entre ellas se encuentra una de las más populares y más antiguas en la que interviene el ácido láctico. Esta teoría se basa en el supuesto de que el ácido láctico continúa produciéndose después de que el ejercicio ha cesado. Para muchas personas la acumulación de desechos metabólicos tóxicos, principalmente el ácido láctico, causa un estímulo nocivo y la percepción del dolor en un estado tardío. Sin embargo, esta teoría ha sido rechazada porque se ha visto que los niveles de ácido láctico regresan a los niveles preejercicio una hora después de haber terminado la sesión de ejercicios, sin embargo, el dolor sigue varios días después.5

Si bien muchas veces el dolor muscular coincide con el incremento del nivel de ácido láctico en la sangre, es posible que también aparezca sin que dichos niveles aumenten.6

Otra teoría que ha existido es la de los espasmos musculares. Se creía que una actividad siológica incrementada durante el reposo (después del ejercicio excéntrico) indicaba un espasmo localizado de unidades motoras, lo que hacía pensar que esto conducía a una disminución del riego sanguíneo y a la acumulación de sustancias que producen dolor. Sin embargo, investigaciones en que se ha usado electromiografía unipolar y bipolar han desechado esta teoría.7

McHugh et al.8 en su artículo de revisión nos presentan dos teorías sobre el origen del dolor muscular, las cuales están relacionadas con el daño muscular. La primera se re ere al tejido conectivo; menciona que con el ejercicio se presentan alteraciones de elementos no contráctiles de la fibra, sarcómeros y del tejido conectivo que rodea a las proteínas del músculo. La segunda se re ere a la tensión que se genera sobre los sarcómeros durante una contracción excéntrica (como descender por una escalera o bajar un bulto) y que resulta en la alteración de componentes dentro del mismo (línea Z y banda A).

La teoría más reciente nos habla de la interrupción del mecanismo acople excitación-contracción de los puentes cruzados de los sarcómeros formados por las proteínas actina y miosina.9

Sin embargo, hay autores que dicen que una sola teoría no puede explicar el mecanismo, sino que con la integración de dos o más de ellas es como se explicaría.10 Connolly et al.11 proponen el siguiente mecanismo: el ejercicio resulta en lesión de la membrana muscular, lo que desencadena una reacción in amatoria que conduce a una síntesis de prostaglandinas (PGE2) y leucotrienos. Las PGE2 son las responsables del dolor muscular por la sensibilización de las vías aferentes tipo III y IV a estímulos químicos, mientras los leucotrienos incrementan la permeabilidad muscular y atraen los neutró los al lugar del daño. Esta “explosión respiratoria” de los neutrófilos genera radicales libres, con lo que se agrava el daño a la membrana celular. La hinchazón aventuras Del Pensamiento resultante de células y la llegada de fluidos del torrente sanguíneo a los espacios intersticiales con inflamación pueden contribuir a la sensación de dolor.

Lo que se sabe que este daño muscular es intensificado por las acciones excéntricas del ejercicio,12 ya que tales acciones son capaces de producir más fuerza que las isométricas y concéntricas;13 los síntomas asociados con el DMT son: rigidez, sensibilidad al tacto, debilidad muscular y dolor en el movimiento,14 disminución del rango de movimiento, hinchazón, elevada cantidad de proteínas musculares en sangre,15 además hay una disminución significativa de la relación fuerza/potencia.16

Acciones musculares excéntricas, daño muscular y dolor muscular tardío

Ya desde principios del siglo pasado Hough17 mencionaba que el origen del dolor muscular tardío se debía a una especie de ruptura dentro de músculo mismo.

Posteriormente se propuso que el dolor muscular está asociado con la realización de ejercicios desacostumbrados, el problema se intensifica con las acciones musculares excéntricas.18

Cuando un músculo esquelético es activado, tres diferentes tipos de contracción se pueden presentar. Si la fuerza desplegada por el músculo es mayor que la carga, entonces el músculo se acortará (contracción concéntrica). Cuando la fuerza y la carga son equivalentes o bien la carga es inamovible, el músculo no cambia de longitud (contracción isométrica). Si la carga es mayor que la fuerza desplegada por el músculo, el músculo se alargará bajo tensión (contracción excéntrica).19

Fue en la década de 1980 cuando Fridén20 realizó uno de los primeros estudios en los que se evaluaba el daño muscular producido por las acciones excéntricas. La investigación se llevó a cabo con cinco sujetos, el ejercicio consistía en bajar las escaleras de un edificio. Su pausa de descanso era mientras subían por el ascensor (diez veces). Se les tomó biopsia del soleo, dos días antes y dos y siete días después de la prueba. Encontró que las sarcómeros adyacentes a las bandas Z estaban supercontraídos y/o desorganizados, cuando normalmente tienen una estructura fina y regular.

Posteriormente Armstrong et al.21 llevaron a cabo un estudio con ratas en el que compararon tres diferentes protocolos de carrera en tapiz rodante; los animales corrían a una elevación de 16°, a 0°, o bien con un declive de 16°. Entre los resultados obtenidos se determinó́ que correr cuesta abajo producía mayor daño muscular que cuando se corría cuesta arriba.

Después de esos estudios se ha realizado una gran cantidad que ha confirmado los hallazgos de los autores citados.

¿Cómo se mide el daño muscular?

Aunque el dolor muscular no es la única forma, sí es el indicador indirecto más usado para determinar el daño muscular producido por el ejercicio.22 El dolor muscular puede ser medido por medio de un algómetro, aparato de medición cinésico, con una superficie circular que transfiere la fuerza de presión a los tejidos profundos. Existen diferentes modelos: uno analógico y otro digital.23 También puede ser medido por medio de escalas visual analógica (VAS por su siglas en inglés, Visual Analogic Scale) o gráfica (GRS, Graphic Rating Scale).24

La VAS consiste de una línea de longitud determinada (regularmente 10 cm) que cuenta con descriptores en los dos extremos. En el lado izquierdo de la VAS se encuentra la categoría “sin dolor” y el extremo derecho corresponde a “dolor insoportable”. La GRS es similar a la VAS, solo que cuenta con descriptores colocados a intervalos iguales a lo largo de la escala. La GRS contiene de izquierda a derecha descriptores como “sin dolor”, “dolor leve”, “ligero”, “doloroso”, “muy doloroso” y “dolor insoportable”.25

Otra escala que se ha utilizado para medir el dolor muscular es la modificada (1-10) de Borg, donde 1 es cuando la persona no siente dolor y 10 cuando el dolor es insoportable.26 El cuestionario de dolor de McGill es otra herramienta utilizada en la medición del dolor; este cuestionario es un instrumento multidimensional que consta de 78 palabras, dividido en 20 categorías, diez de las cuales representan la dimensión de la sensación de dolor, cinco de la afectiva, una de la evaluativa y cuatro de diferentes tópicos. Este cuestionario también ha sido utilizado en la evaluación del dolor muscular.27

Como se mencionó anteriormente, el daño muscular también se ve reflejado en la disminución de la potencia muscular, por lo que esta manifestación de la fuerza puede ser un buen indicador de qué tanto está dañado el músculo. Harrison y Gaffney28 llevaron a cabo un estudio en el que evaluaron los efectos del daño muscular causado por el entrenamiento
excéntrico sobre el ciclo estiramiento-acortamiento (CEA). Los resultados obtenidos fueron que el daño muscular afectaba significativamente el desempeño del CEA, reduciendo ampliamente el desempeño en el salto con sentadilla, el salto contra movimiento y el salto con caída.

Cuando hay daño muscular hay una salida de sustancias del músculo hacia el torrente sanguíneo, por lo que se puede medir el daño muscular por medio de la concentración de ciertos marcadores, como la creatincinasa y cadenas pesadas de miosina. Sorichter et al.29 llevaron a cabo un estudio en el que midieron la creatincinasa y las cadenas de miosina después de realizar ejercicio excéntrico y vieron que un día después se incrementaron considerablemente.

¿Cómo se previene y se trata el dolor muscular tardío?

Debido a que el DMT inter ere tanto con el desempeño deportivo como con la vida diaria, se ha llevado una gran cantidad de estudios con tratamientos antes y después del ejercicio, buscando ya sea su prevención o su tratamiento.30 En un estudio llevado a cabo por Law y Herbert31 encontraron que el calentamiento antes del ejercicio no evitaba la aparición del dolor muscular, sin embargo este se reducía más rápidamente después de 48 horas en personas que llevaron a cabo un calentamiento en comparación con las que no lo hicieron. En cuanto al tratamiento del dolor muscular tardío podemos decir que es un tema que últimamente se ha investigado mucho, sobre todo buscando diferentes estrategias para aliviar a los sujetos que lo padecen.

Dos de las principales estrategias que han sido objeto de investigación son el masaje y los antiinflamatorios no esteroideos. Teóricamente, el masaje puede reducir los efectos del dolor muscular por la alteración de la circulación, la respuesta in amatoria, la liberación de endorfinas, cambios de estado de humor y sueño; como resultado, el masaje puede mejorar la función muscular y reducir el dolor muscular. Aunque diversos estudios han obtenido como resultado una disminución del dolor muscular cuando se ha aplicado algún tipo de masaje, existen investigaciones que no han encontrado resultados positivos, como lo muestran Weerapong et al.32 en su artículo de revisión. En cuanto a los antiinflamatorios no esteroideos (naproxeno, ibuprofeno, aspirina, etc.), Connolly et al.33 mencionan que aunque existe una base teórica para la efectividad de estas sustancias en el tratamiento del dolor muscular, el valor de dicha terapia es equívoco, y lo demuestran haciendo un análisis de estudios en que los antiinflamatorios no esterorideos son efectivos contra los estudios que no encontraron efectividad, sin embargo su uso ha sido relacionado con ciertos efectos secundarios negativos, como por ejemplo el incremento de complicaciones gastrointestinales y renales.

Conclusiones

Indudablemente, el dolor muscular es un tema que importa tanto a las personas sedentarias que se les presentó por realizar una actividad a la cual no están acostumbradas, como a un entrenador que quiere que su atleta no disminuya el desempeño por culpa de dicho dolor. Sin embargo, podemos concluir que a pesar de que ha pasado más de un siglo de que se propusiera que el dolor muscular tardío es debido a una ruptura dentro del músculo aún faltan estudios para dilucidar el mecanismo que lo produce.
En cuanto al tema de la prevención y tratamiento podemos concluir que aún cuando se ha investigado con una gran cantidad de estrategias para aliviar el dolor muscular tardío, es muy poca la efectividad que se ha encontrado; esto puede tener relación con el desconocimiento del mecanismo de producción, ya que tal vez cuando se resuelva este punto se podrá encontrar la forma de cómo prevenirlo y/o tratarlo con mayor efectividad.

Notas

1 H. A. De Vries: “Quantitative Electromyographic Investigation of the Spasm Theory of Muscle Pain”, Am J Phys Med, n. 45, 1966, pp. 11934.
2 A. Bubbico y L. Kravitz: “Eccentric Exercise: A Comprehensive Review of a Distinctive Training Method”, IDEA Fitness Journal, n. 7, 2010, pp. 50-59.
3 D. A. Connolly, S. P. Sayers y M. P. McHugh: “Treatment and Prevention of Delayed Onset Muscle Soreness”, J Strength Cond Res, n. 17, 2003, pp. 197-208.
4 K. Cheung, P. Hume y L. Maxwell: “Delayed Onset Muscle Soreness: Treatment Strategies and Performance Factors”, Sports Med, n. 33, 2003, pp. 145-164.
5 “Lactic Acid Not the Dragon We Thought it Was?”, Active Living, n. 15, 2006, pp. 1-6.
6 G. Thibault G y F. Péronnet: “It is not Lactic Acid’s Fault”, New Studies in Athletics, n. 21, 2006, pp. 9-15.
7 Cheung, Hume y Maxwell, obra citada.
8 M. P. McHugh, D. A. Connolly, R. G. Eston y G. W. Gleim: “Exercise-Induced Muscle Damage and Potential Mechanisms for the Repeated Bout Effect”, Sports Med, n. 27, 1999, pp. 157-170.
9 U. Proske y T. J. Allen: “Damage to Skeletal Muscle from Eccentric Exercise”, Exerc Sport Sci Rev, n. 33, 2005, pp. 98-104.
10 P. A. Hume, K. Cheung, L. Maxwell y P. Weerapong: “DOMS: An Overview of Treatment Strategies”, Int SportMed Journal, n. 5, 2004, pp. 98-118.
11 Connolly, Sayers y McHugh, obra citada.
12 D. J. Newham: “The Consequences of Eccentric Contractions and their Relationship to Delayed Onset Muscle Pain”, Eur J Appl Physiol Occup Physiol, n. 57, 1988, pp. 353-359.
13 J. C. Tee, A. N. Bosch y M. I. Lambert: “Metabolic Consequences of Exercise-Induced Muscle Damage”, Sports Med, n. 37, n. 10, 2007, pp. 827-836.
14 R. Eston, C. Byrne y C. Twist: “Muscle Function After Exercise-Induced Muscle Damage: Considerations for Athletic Performance in Children and Adults”, Journal of Exercise Science and Fitness, n. 2, 2003, pp. 85-96.
15 S. P. Sayers y E. A. Dannecker: “How to Prevent Delayed Onset Muscle Soreness (DOMS) After Eccentric Exercise”, International SportMed Journal, n. 5, 2004, pp. 84-97.
16 L. L. Smith: “Causes of Delayed Onset Muscle Soreness and the Impact on Athletic Performance: A Review”, Juornal of Applied Sports Science Research, n. 6, 1992, pp. 135-141.
17 T. Hough: (1900). “Ergographic Studies in Muscular Fatigue and Soreness”, J Boston Soc Med Sci, n. 5, 1900, pp. 81-92.
18 G. L. Close, T. Ashton, A. McArdle y D. P. Maclaren: “The Emerging Role of Free Radicals in Delayed Onset Muscle Soreness and ContractionInduced Muscle Injury”, Comp Biochem Physiol A Mol Integr Physiol, vol. 142, n. 3, 2005, p. 257-266.
19 J. A. Faulkner, S. V. Brooks y J. A. Opiteck: “Injury to Skeletal Muscle Fibers During Contractions: Conditions of Occurrence and Prevention”, Phys Ther, n. 73, 1993, pp. 911-921.
20 J. Fridén, M. Sjöström y B. Ekblom: “A Morphological Study of Delayed Muscle Soreness”, Experientia, n. 37, 1981, pp. 506-507.
21 R. B. Armstrong, R. W. Ogilvie y J. A. Schwane: “Eccentric ExerciseInduced Injury to Rat Skeletal Muscle”, Journal of Applied Physiology, n. 54, 1983, pp. 80-93.
22 C. Byrne, C. Twist y R. Eston: “Neuromuscular Function After ExerciseInduced Muscle Damage: Theoretical and Applied Implications”, Sports Medicine, n. 34, 2004, pp. 49-69.
23 L. E. Robinson, S. T. Devor, M. A. Merrick y J. Buckworth: “The Effects of Land versus Aquatic Plyometrics on Power, Torque, Velocity, and Muscle Soreness in Women”, J Strength Cond Res, vol. 18, n. 1, 2004, pp. 84-91.
24 C. G. Mattacola y D. H. Perrin: “A Comparison of Visual Analog and Graphic Rating Scales for Assessing Pain Following Delayed Onset Muscle Soreness”, Journal of Sport Rehabilitation, n. 6, 1997, p. 38.
25 Mattacola y Perrin, obra citada.
26 D. L. MacIntyre, W. D. Reid, D. M. Lyster, I. J. Szasz y D. C. McKenzie: “Presence of WBC, Decreased Strength, and Delayed Soreness in Muscle After Eccentric Exercise”, J Appl Physiol, n. 80, 1996, pp. 1006-1013.
27 D. J. Cleather y S. R. Guthrie: “Quantifying Delayed-Onset Muscle Soreness: A Comparison of Unidimensional and Multidimensional Instrumentation”, Journal of Sports Sciences, n. 25, 2007, pp. 845-580.
28 A. J. Harrison y S. D. Gaffney: “Effects of Muscle Damage on StretchShortening Cycle Function and Muscle Stiffnes Control”, J Strength Cond Res, n. 18, 2004, pp. 771-776.
29 S. Sorichter, J. Mair, A. Koller, E. Müller, C. Kremser, W. Judmaier, C. Haid, C. Calzolari y B. Puschendorf: “Creatine Kinase, Myosin Heavy Chains and Magnetic Resonance Imaging After Eccentric Exercise”, J Sports Sci, n. 19, 2001, pp. 687-691.
30 Connolly, Sayers y McHugh, obra citada.
31 R. Y. Law y R. D. Herbert: “Warm-Up Reduces Delayed Onset Muscle Soreness but Cool-Down Does Not: A Randomised Controlled Trial”, Aust J Physiother, n. 53, 2007, pp. 91-95.
32 P. Weerapong, P. A. Hume y G. S. Kolt: “The Mechanisms of Massage and Effects on Performance, Muscle Recovery and Injury”, Sports Med, n. 35, 2005, pp. 235-256.
33 Connolly, Sayers y McHugh, obra citada.


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