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La virtualidad en tiempos de pandemia: Reto u oportunidad

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  • Junio 22, 2020

Por: Luis Raúl Sánchez Acosta/Artículo Director de la FCA

La virtualidad es un término generalmente empleado para referirse al fenómeno tecnológico que, hoy en día, nos ofrece una nueva forma de relacionarnos como usuarios digitales, rompiendo con todos los límites impuestos por el tiempo y el espacio, pero que a la vez nos brinda experiencias que, tal vez sólo son posibles en esa dimensión.

Este fenómeno moderno constituye una dimensión digital creada por el hombre, para interactuar en muy diversos espacios sin la necesidad de encontrarse físicamente en ellos pero, que además nos permite compartir ideas, sentimientos o creaciones, sin estar en el mismo lugar, lo que introduce nuevas dinámicas sociales.

Otra de las posibilidades que nos ofrece la virtualidad es que permite nuevos métodos de estudio, trabajo y negocios. La comunicación instantánea entre personas, a pesar de la distancia física, da lugar al teletrabajo; las nuevas formas de interacción y relaciones sociales permite el surgimiento de nuevas formas de negocios y contratación; nuevas estrategias de mercadeo y publicidad dan origen a nuevos productos digitales.

En este sentido, la educación a distancia ya no sólo beneficia a los entornos rurales sino que representó la tabla de salvación para el sistema educativo nacional en tiempos de pandemia.

Si bien es cierto que la virtualidad ha reducido distancias, conectado países y personas, y otorgado nuevas formas de relaciones, trabajo y educación, también es un hecho que puede causar una falsa creencia de la existencia de interrelación social, ya que si bien el propósito original de las TIC´s fue acercar a las personas que se encontraban físicamente distantes, en demasiadas ocasiones ha provocado el efecto contrario, alejar a los seres cercanos.

Sin duda, la virtualidad es una valiosa herramienta, pero esta debe ser usada con responsabilidad, teniendo en mente que nunca podrá sustituir a la realidad.

Durante el mes de marzo del 2020 y tras los elevados casos de contagio del nuevo coronavirus (Covid-19), Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió calificar al brote como pandemia.

Los niveles alarmantes de propagación y gravedad del virus llevaron a las autoridades de salud de nuestra nación a tomar medidas de distanciamiento social obligatorias, a lo largo y ancho del país, con el propósito de contener o reducir el ritmo del avance del mismo, que de continuar así colapsaría el sistema hospitalario nacional con la consecuente pérdida masiva de vidas.

De un momento a otro y, sin estar preparados para ello, los mexicanos tuvimos que detener todo tipo de actividades que implicaran la reunión de personas, que por supuesto incluía los aspectos económicos, políticos y sociales.

Uno de los sectores más afectados por esta medida fue el educativo ya que no se contaba con un plan de contingencia para continuar la labor formativa desde los hogares atendiendo la denominada “Jornada de Sana Distancia” o “Quédate en Casa”.

Millones de mexicanos, en edad de estudiar, pasaron de las aulas tradicionalmente conocidas como el recinto del saber a transformar sus salas, recámaras o cocinas en un salón de clases improvisado. Usando como canal de comunicación y, en muchas ocasiones solo de transmisión, el equipo de cómputo disponible para toda la familia, ya fuera éste una computadora de escritorio o una portátil, una tableta e incluso un teléfono celular inteligente.

Pero el reto de la virtualidad en tiempos de pandemia no para ahí, ya que si bien muchas familias mexicanas cuentan con alguno de estos dispositivos, también es indispensable reconocer que un porcentaje elevado de los ciudadanos se encuentra en condiciones de pobreza extrema, situación que no le permite ni cubrir las necesidades básicas, mucho menos acceder a este tipo de solución.

La virtualidad puede ser vista como la opción mágica a las medidas de distanciamiento social impuestas, sin embargo, nada más alejado de la realidad.

En el momento que las autoridades de educación anuncian la decisión de continuar el año escolar a través de la modalidad virtual, el reto se traslada a los padres de familia, quienes de la noche a la mañana se convierten en los maestros de todos los niveles educativos. Pero además, este reto es compartido con los docentes, que en muchos de los casos no estaban capacitados en el uso de las tecnologías para migrar sus cursos a plataformas digitales que les permitiera llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje de una manera efectiva.

Con la esperanza de que el periodo de cuarentena fuera corto, maestros y estudiantes de todo el país, retoman sus estudios haciendo uso de las herramientas digitales que tenían a la mano, pero pronto caen en la cuenta de que nuestro país carece de la infraestructura tecnológica suficiente, aunado a la poca capacitación de la población para su uso, lo que lanza un nuevo reto a la virtualidad en tiempos de pandemia, ¿qué hacemos para habilitar rápidamente a los usuarios en el uso de las plataformas digitales?

Pero no todo el escenario es gris. Los mexicanos nos distinguimos por nuestras cualidades de creatividad y resiliencia; y como lo hemos demostrado en múltiples ocasiones de desastre, saldremos adelante. Para ello debemos apelar a la conciencia del ciudadano, a su corresponsabilidad con el avance del país, a través del rol que como padres de familia-maestros nos toca desempeñar en estos tiempos de pandemia. Convirtamos los retos en oportunidades y aprovechémoslas para crecer como personas y como ciudadanos.

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